Pasé el siguiente verano encerrada leyendo. Seguía sin amigas y si bien ya había transcurrido bastante desde la separación, continuaba sin asumir lo que me había pasado. Mamá sí tenía muchas amigas, y al parecer lo había superado en un 90 %. Tanto, que recibía llamados de otros tipos y quién sabe con cuántos de ellos se encamaba. Pese a seguir siendo una pieza de reserva ecológica había viejos con estómago capaz de revolcarse entre sus carnes flácidas.
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