Se burlaban
constantemente de mí. Hoy entiendo que me cargaban porque era una ridícula que
se pasaba las vacaciones encerrada y abrigada leyendo sobre dietas y comiendo
ensaladas. Entiendo que yo creé el personaje del que se reían y al que
continuamente juzgaban. Pero en aquel Febrero, demasiado lejos estaba de
entenderlo de este modo. Mamá lo solucionaba con la misma estúpida frase: “Es
la edad”. Pero a mí no me conformaba. Que se burlaran de mi persona no era
aceptable por la edad, como tampoco lo era que yo me odiara con tanto ímpetu.
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