De pronto se
abrió la puerta de la sala. Una alta señorita ingresó al aula llevándose la
misma vida a cuestas y el mundo por delante. Quedé boquiabierta y me sobresalté
con la voz gruesa de la profesora de Lengua que presentaba a nuestra nueva
compañera:
-
Alumnas, silencio por favor. Alumnas, ella es Ana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario